sábado, 4 de noviembre de 2017

Colonias espaciales

Hemos llegado a Zaragoza de noche. Desde kilómetros de distancia en la carretera brillaban las luces de sus barrios, polígonos industriales y suburbios. Me he sentido un astronauta acercándose a una colonia espacial.

En los pueblos y ciudades pequeñas como Binéfar o Barbastro la oscuridad comienza muy cerca, a pocos metros de las calles que terminan en el campo. En esa oscuridad despiertan las comadrejas, los tejones, los jabalíes que hozan el suelo y dejan sus huellas en los caminos. En esa oscuridad existe algo que se oculta de lo que somos y un día nos vencerá.

10 comentarios:

Epolenep dijo...

Jesús, me encanta esta idea... ayer llegamos a la casa de la montaña a las 2 de la madrugada. La luz de la luna, salvadora, iluminandolo todo...Te das cuenta de porqué es lo mágica que es. Ayer era noche de viajeros, de emboscados, de reuniones secretas...
Te pego otro trocito del proyecto de este año, que terminaré en febrero: un poema para cada día que pase aquí, en la casa de piedra del Prepirineo...

Anem cap al lloc
on la nit existeix,
i l'hivern.
La nit que s'intueix
més enllà de la vora
de la carretera,
la nit de les bèsties
i els misteris
i tot allò que no es veu.
Que ens obliga a tancar
els porticons i
a fer un foc
que ens consoli.
La nit que ens fa
agraïr amb reverència
el sol que surt,
amb llum rosada,
darrera les muntanyes.

17.2.17

arponauta dijo...

odio la iluminación nocturna de las ciudades. añoro la oscuridad de estrellas y fantasmas.

Jesús Miramón dijo...

Estimada S., quina meravella! Sento que compartim una certa mirada sobre algunes coses, inclosa la natura. Em va agradar molt el teu poema i vaig traduir-lo. Si no t’agrada el resultat em dius amb tota confiança, d'acord? ¿M’enviaràs el projecte acabat? M’agradaria moltissim llegir-lo... Petons.


Viajamos hacia el lugar
donde la noche existe,
y el invierno.
La noche que se intuye
más allá del margen
de la carretera,
la noche de los animales
y los misterios
y todo aquello que no se ve.
Que nos obliga a cerrar
los portones y
encender un fuego
que nos consuele.
La noche que nos hace
agradecer con reverencia
el sol que sale,
con luz rosada,
detrás de las montañas.

17.2.17

Jesús Miramón dijo...

Esa es la ventaja de vivir en un lugar pequeño o relativamente pequeño, que en diez o quince minutos estás fuera de la colonia espacial y sus luces, solo bajo las estrellas. Por lo poco que te conozco hasta ahora me da la impresión de que vives en Madrid, así que comprendo muy bien esa añoranza. Un beso.

Epolenep dijo...

Me encanta, Jesús. Sólo dejaría "bestias" en vez de "animales"...me gusta la connotación oscura e indomable de esta palabra, tanto en catalán como en castellano... Cuenta con leer el poemario acabado, tú eres uno de mis 4 lectores :-)

Jesús Miramón dijo...

Traducción aprobada por su autora:

Viajamos hacia el lugar
donde la noche existe,
y el invierno.
La noche que se intuye
más allá del margen
de la carretera,
la noche de las bestias
y los misterios
y todo aquello que no se ve.
Que nos obliga a cerrar
los portones y
encender un fuego
que nos consuele.
La noche que nos hace
agradecer con reverencia
el sol que sale,
con luz rosada,
detrás de las montañas.

Portarosa dijo...

Maravillosamente sugerente, como siempre.
Igual que el poema: ¡me encanta, Epolenep!

Jesús Miramón dijo...

Eponelep es una poeta maravillosa.

Un abrazo.

Beauséant dijo...

La historia de la humanidad es, en cierta forma, una huida constante de esa oscuridad. A veces, en ese correr a ciegas, caemos de bruces en otras oscuridades aún más grandes...

Es una idea sugerente la que planteas...

Jesús Miramón dijo...

A pesar de las grandes metrópolis y avances tecnológicos, seguimos avanzando con una antorcha en la mano iluminando lo que nos espera. Telescopios, microscopios nucleares, detectores de ondas gravitacionales, la arqueología, la interpretación de dientes fosilizados hace un millón de años, la lectura de textos antiguos, los inesperados dibujos cúpulas de ermitas románicas , etcétera, etcétera, etcétera. Esa es la llama que ilumina la oscuridad.

Mientras tanto la naturaleza de nuestro planeta existe y se manifiesta cuando dejamos de mirar. A veces encontramos sus huellas al salir de paseo. Escuchamos el canto de los pájaros en los árboles. Atisbamos conduciendo nuestros coches sus cuerpos atropellados en el arcén de las carreteras, y seguimos adelante.

Sólo algunos poetas, algunas poetas, son capaces de detenerse en el humano camino de la exploración permanente para detenerse, escuchar un momento y dar testimonio de las cosas antiguas.

Un abrazo, Beauséant.