lunes, 24 de abril de 2017

Tiovivo

Antes de ayer nuestra hija nos envió por washtap un breve vídeo donde se veía nevar en Bergen, y lo acompañaba con un emoticón llorando a mares. Nosotros lo vimos al regresar de uno de nuestros paseos de fin de semana por el campo, cuando aquí en Barbastro el termómetro señalaba unos terribles veintitrés grados.

Hoy nevaban aquí las algodonosas semillas de chopo. Miles, millones flotando en el aire. Habíamos abierto la ventana de la cocina y las puertas de la terraza del salón y muchas se habían colado dentro de casa. Durante unos segundos he estado tentado de salir y grabar un vídeo para contestar a Paula: allí copos de nieve, aquí semillas de chopo. Pero luego he recordado que en mi viejo teléfono lo que mis ojos ven y lo que él es capaz de grabar raramente se parecen a la realidad como yo querría, así que he dejado pasar la ocasión.

Cada año lo mismo: una estación tras otra apareciendo y desapareciendo cada vez a más velocidad como aquellos tiovivos, ¿te acuerdas? Había que empujarlos corriendo cada vez más y más rápido antes de saltar a su interior.

4 comentarios:

andandos dijo...

Cada año lo mismo, y diferente. Estuvimos en Bergen hace unos años. Grieg, nada menos, era de allí. No hace falta decir más. La música clásica es la nueva música "underground", quien nos lo iba a decir. Y los hijos, mucho más viajados que nosotros.

Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

Sí, la música clásica, como la poesía, ahora es underground. Pero sus enamorados somos tan fieles que lo somos durante toda la vida, sin hacer caso a modas pasajeras. ¿Triste consuelo? No, porque ningún consuelo es triste. ¿Una virtud? Tampoco: el mundo y el tiempo es ancho, pero nuestra vida brevísima. Tempus fugit. Locus amoenus.

Un abrazo.

andandos dijo...

Tienes (tenéis) que ir a Bergen, no te arrepentirás.

Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

Si no este año, el que viene seguro que la visitaremos. Un abrazo.