viernes, 27 de enero de 2017

Ella no es el mundo

Como predijeron las mujeres del tiempo, llegó la lluvia. Antes, hace cinco o seis años, la adoraba con locura (con excesiva locura en realidad, ahora que lo pienso, lo cual explica algunas cosas); ahora me afecta de tal modo que lo único que quiero es dormir, desaparecer, hibernar hasta la próxima glaciación y en su momento despertar y descubrir que la energía se extrae del sol y han desaparecido todas las religiones. Cosas así.

Pensaba recorrer esta noche los treinta kilómetros que separan Barbastro de Binéfar para ir a ensayar con mi coro, pero no tengo ganas. No me encuentro en condiciones. Si no fuera porque ha venido mi hijo desde Huesca, donde está estudiando, y su cuerpo necesitase la energía de un millón de agujeros negros, energía que yo soy capaz de cocinar para él, ahora mismo me iría a la cama a cerrar los ojos y escuchar mi acúfeno hasta que el cansancio pudiera más que él.

M. me pregunta: ¿no eres feliz? Yo le contesto sinceramente: soy feliz contigo. Algo que es verdad. Pero ella, mi amor en este mundo, no es el mundo.

1 comentario:

Jesús Miramón dijo...

No es poco, pero en mi situación "sanitaria" no es suficiente. Por eso me medico cada día. Lo que no impide saberme uno de los hombres más afortunados del mundo entero.