domingo, 3 de junio de 2012

Quinientos kilómetros

Ceno un yogur y subo aquí antes de irme a dormir. Estoy tan cansado. Antes apenas me hacían mella quinientos kilómetros pero ahora los noto, vaya si los noto. Quinientos kilómetros ida y vuelta es la distancia que separa esta mesa del pueblo donde nací y donde esta mañana mi preciosa sobrina Celia, la hija mayor de mi hermana, ha hecho la primera comunión. Después de la ceremonia hemos ido a comer a nuestro restaurante favorito y a eso de las siete nos hemos despedido de todos y hemos emprendido el camino de vuelta. Continúa gustándome devorar kilómetros, disfruto de ese ejercicio hipnótico en el que el flujo del tiempo parece materializarse en paisaje y asfalto pero sí, lo cierto es que ahora me canso más que antes. Claro que hoy tal vez existía un motivo: a las tres de la madrugada me despertó el golpeteo de la lluvia en la claraboya. Como me había acostado muy temprano no lograba recuperar el sueño y decidí sumergirme en las tierras de Poniente y el Norte más allá del muro. Miles de diminutos dedos de lluvia continuaban repiqueteando en el cristal del techo cuando poco antes del amanecer, casi sin darme cuenta, me dormí.

6 comentarios:

Paco dijo...

Querido Jesús,

me tienes, o mejor, me traes desorientado.

Pensé que te habías perdido dando la vuelta al maldito Cabo. O que estarías aguardando el rescate en una isla desierta después de naufragar.

En plena desesperación, me da por volver a este lugar conocido, y te hallo vivo y coleando.

Me alegro. Pero que sepas que entre tú y Teresa (que tampoco le encuentro la pista), me habéis provocado una extraña sensación.

Estoy pensando que la próxima entrada que haga en mi blog va a ir de eso. Así te lo describiré mejor. Lo que ya no sé es cuando, ya que estoy de trabajo hasta las cejas. Pero lo haré.

Un abrazo y encantado de volver a saber de ti.

Ángela dijo...

Tienes que venir a conducir a través de la gran pradera, tienes que venir. No te defraudará.

Juan Avellana dijo...

¡Qué buena lectura para una noche de insomnio y lluvia!

Un abrazo, Jesús

Jesús Miramón dijo...

Siento desorientarte, Paco. Cuando inicié por cuarta vez un nuevo blog me di cuenta, aunque me costó tiempo hacerlo, de que esta vez era diferente, quizás cinco años habían sido demasiados y al reflexionar sobre el motivo de que Cabo de Hornos no avanzara descubrí que lo que sucedía es que en realidad echaba de menos Las cinco estaciones.

Ahora ya no hay proyecto cerrado ni temporal ni temáticamente: Las cinco estaciones no tendrán otro fin que no provenga, como su título indica, de la naturaleza.

Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Estoy seguro de que no me defraudaría, Ángela. Quién sabe, quizás algún día. Siempre me han atraído los Estados Unidos.

Jesús Miramón dijo...

¡Y qué agradable sorpresa verte por aquí, Juan Avellana!

Un abrazo y buenos días de lunes.