domingo, 12 de febrero de 2012

De uno en uno

Abandonos. Malentendidos. Pequeñas traiciones. Pereza. Descuido. Bifurcaciones. Últimamente, no sé por qué, pienso mucho en las personas que por un motivo u otro dejé o me dejaron atrás en el camino. A estas alturas de mi vida comienzan a formar un grupo relativamente numeroso. Algunas noches sueño con ellos y les echo de menos de uno en uno.

15 comentarios:

giovanni dijo...

A cierta edad incrementan o piensas más a ellas. Se podría escribir una novela sobre 'el grupo' que ves o que te mira? Cómo serán los lazos entre ellos? Un abrazo

La de la ventana dijo...

A mí también me pasa. Incluso una vez hice alguna lista, y fue deprimente. Lo peor es que sé que ellos jamás se acordarán de mí. Incluso ahora, tras las rupturas, sigo siendo la pava.

Jesús Miramón dijo...

Vivir es una silenciosa batalla con sus víctimas, sus heridas y sus cicatrices.

Giovanni, Teresa (que de pava no tienes nada), un abrazo.

javimar dijo...

Pues sí, Jesús, cada una de esas cosas, o todas juntas y quizá otras más, nos llenan el pasado de gentes que recordar... pero parte de esas mismas cosas, algunas al menos, nos dan también la oportunidad de reencontrar.

andandos dijo...

También puede mirarse desde la otra perspectiva, la de las personas que nos vamos encontrando, porque ¿cuántas probabilidades había de que tú y yo nos encontráramos? Pocas, y aquí estamos. Tenemos que quedar un día y tomar una copa, que ya toca.

Un abrazo

Paco dijo...

Vaya Jesús, a mi esto siempre me ha angustiado. Lo siento igual que tú, pero acabo por pensar que no podría mantener tantos amigos, y al final, ellos o nosotros, abandonamos...
Lo peor es que se me presenta la neura luego de los libros que no podré leer, los sitios a los que no podré visitar/viajar...
En definitiva, me faltan vidas!!!

NáN dijo...

Por una vez, no estoy de acuerdo contigo.

La infinita variedad es la gran maravilla de la vida. Nos acercamos y alejamos, o se nos acercan o se nos alejan, en virtud de la variedad y la libertad.

De Jesús el hijo del carpintero, una de las cosas que más me gustan es que hablaba siempre del "próximo" (la iglesia ha falseado la traducción, poniendo "prójimo", que suena al viejecillo que pide limosna.

Unos van desapareciendo, por mil motivos, pero seguimos teniendo "próximos" con los que compartir.

Pasa lo mismo con todo: ¿por qué abandoné de golpe la lectura de libros de ciencia-ficción, en los que era ya un experto? Me cansé, supongo, porque se repetían y dejaban de aportarme conocimiento. A cambio, he tenido otra clase de lecturas que me han aportado mucho.

Disfrutemos de los próximos y, en todo caso, enviemos buenos deseos a los alejados. Y sobre todo, incluso aunque pensáramos en su momento que la responsabilidad era del otro, sometamos ese pensamiento a la duda metódica, supongamos que tuvimos nuestra parte de culpa: que solo quede de ellos el recuerdo de lo bueno que nos dieron. Del resto: perdón y olvido.

Jesús Miramón dijo...

No estarás de acuerdo conmigo, Nán, pero tu comentario me ha deslumbrado hasta el punto de que, leyéndolo, he sentido cómo cierta pequeña, intermitente e invisible carga de culpa que arrastraba desde hace mucho tiempo de pronto se esfumaba y desaparecía como por ensalmo.

Me ha gustado especialmente ese concepto de "los próximos", un concepto que me ha hecho recordar el Romance del conde Arnaldos, ¿te acuerdas? Aquel que decía: "yo no canto mi canción / sino a quien conmigo va".

Muchísimas gracias, Nán, no sabes el bien que me has hecho.

Un abrazo para todos.







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José Luis, precisamente tú eres uno de esos próximos de los que habla Nán y sí, tenemos que quedar a tomar una copa (o dos) (o tres).

Elvira dijo...

Pues a mí me han gustado mucho los dos textos, el tuyo y el de NáN. Y sí, estoy muy de acuerdo en lo del próximo, tan importante. A veces, queriendo salvar el mundo o acometer misiones "muy importantes", algunos se olvidan del próximo. Y es lo único que de verdad está a nuestro alcance.

Besos

Jesús Miramón dijo...

Para mí el comentario de Nán ha supuesto un antes y un después en este tema, Elvira, así de importante es para mí. Un beso.

La de la ventana dijo...

Pues yo no estoy en absoluto de acuerdo con la idea de que la gente deja de servirte y entonces sea lícito dejarla en el camino, soltando lastre. No me parece justo. Más que nada, porque suele ser una decisión unilateral.

Las personas no se agotan. Al menos, no las que un día merecieron la pena. Cambia nuestra mirada hacia ellas, la fascinación inicial se puede convertir en cómodo acople, pero abrir hueco para las novedades deshaciéndote de lo que ya no "sirve" me parece terrible.

Jesús Miramón dijo...

Si parejas que se amaron apasionadamente se divorcian y siguen su camino, ¿no puede suceder -como de hecho sucede- entre amigos? Es cierto que las personas no se agotan pero vienen y van como vamos y venimos nosotros. No se trata, en mi opinión, de que la gente nos sirva o deje de servirnos sino simplemente de la deriva de opiniones, coincidencias, errores, cansancios, distancias geográficas, discrepancias, en fin, la vida. Como dice Nán: Nos acercamos y alejamos en virtud de la variedad y la libertad. No podemos obligar a nadie a querernos. Nadie puede obligarnos a quererle. En la atracción, la curiosidad y el afecto no existe la justicia.

NáN dijo...

Me alegro de que te sirviera, Jesús.

Un abrazo.

francisco aranguren dijo...

Nos acercamos y alejamos por atracción y esa atracción cambia estoy de acuerdo con Nan en que la vida es lo que en ese momento es real y hay que aceptarlo así. Pero también creo en los ciclos, en la vuelta tras una elipsis, en oleadas de atracción. Yo estuve muy metido en el jazz y ahora solo ocasionalmente escucho algo...hay amigos que frecuenté y hoy no... Pero están ahí y tenemos una historia que a lo mejor se renueva en cualquier momento de nuestra evolución. Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Yo también creo en los ciclos, Francisco, y en las derivas, que es una palabra que me gusta mucho. Afortunadamente ignoramos casi todo lo que nos espera. Un abrazo.