martes, 2 de noviembre de 2010

Todos los santos

El sol lucía en todo su otoñal esplendor sobre los nichos, los árboles de las aceras y la multitud que pululaba entre las calles armados de flores nuevas y productos de limpieza. La policía local regulaba el tráfico y, en general, se respiraba un ambiente de fiesta y celebración, casi de verbena.

Por nuestra parte no hicimos nada diferente a lo que hacían miles de personas a nuestro alrededor: limpiamos con un limpiacristales el frío mármol, sustituimos las flores, pensamos en nuestros muertos durante unos minutos, volvimos a verles en nuestra memoria tal y como eran, nos despedimos de ellos y nos fuimos. A la salida del cementerio había un atasco considerable, pero ningún conductor tocó el claxon ni manifestó prisa o enfado.

6 comentarios:

molinos dijo...

Pues a mi ese dia justo no me gusta ir. El cementerio de Los Molinos es un siito tranquilo, al pie de la montaña y me gusta ir cuando no hay nadie. Está cerca del circuito donde corria en verano...y me acercaba alli al terminar la carrera..abro la verja, busco el pasillo y me quedo alli mirando..sin decir nada, ni pensar nada, ni sentir nada..solo estoy.

Para solo "estar" necesito estar sola por eso no voy jamás el dia 1.

Jesús Miramón dijo...

Nosotros vamos con cierta frecuencia a lo largo del año, normalmente al regresar al pueblo solemos parar un momento y es lo que dices, estamos unos minutos y nos vamos (mi mujer es hija única y cuando perdió a sus padres se quedó sola, bueno, no sola, conmigo). Lo del domingo pasado, cuando paramos en el cementerio de Zaragoza antes de salir a la carretera para volver a Binéfar, es otra cosa, una celebración, una fiesta tradicional, otra cosa diferente que poco tiene que ver con lo primero o con lo que tú cuentas.

Moli, me gustó muchísimo lo que escribiste en tu blog sobre la muerte de tu padre, me conmovió y alcanzó de lleno. Lo he leído varias veces y siempre me emociona la verdad que contiene.

molinos dijo...

Gracias Jesús...quería contar como fue..como era un día normal hasta que dejó de serlo.

Hay alguna cosa más alegre sobre mi padre..no sé si las has leído.

Gracias.

NáN dijo...

Me gusta visitar las tumbas de los míos, pero muy de vez en cuando y en días en que no haya nadie.

Jesús Miramón dijo...

Moli, no, no la leí pero la buscaré en tu blog.

Nán, te comprendo perfectamente, a mí tampoco me gustan las multitudes (aunque a veces soy capaz de superarlo, sobre todo si es por quienes quiero).

Luna dijo...

Entiendo lo de tu mujer. Mi madre también era hija única. Decir papá o mámá y que nadie te conteste, es duro, nos decía.
Años después, me sucedía y me sucede lo mismo.

Cálida entrada.

Saludos y gracias