sábado, 2 de octubre de 2010

Segundo día

Cerca de las dos de la madrugada, mientras tomaba una copa en el Chanti con mis compañeros del coro, sonó mi teléfono móvil. Desconocía el número que aparecía en la pantalla pero era mi hija, que me llamaba desde Barcelona. Apenas podía oír su voz en medio del inconfundible ruido de una fiesta. Me decía, desde el móvil de una amiga, que había perdido su teléfono y me ocupase rápidamente de bloquearlo, que es lo que hice sin necesidad de hablar con nadie, limitándome a marcar los números que una voz robótica me ordenaba desde el otro lado. Poco después, para alivio de los trabajadores del Chantilly, salíamos a la frescura de la noche. Octubre. Jamás había pensado en esa palabra. Octubre. Paula.

6 comentarios:

NáN dijo...

Octubre. Paula. Y suena el corazón. Y el mío resuena, aunque no conozca a Paula, que está en una fiesta y te llama. Las peripecias de la vida.

Jesús Miramón dijo...

El corazón siempre suena, siempre, desde el primer momento hasta el último. Un abrazo.

Luis Rivera dijo...

He ahí la omnipotente funcionalidad del padre, Jesús. ¡Alégrate todavía!

Jesús Miramón dijo...

Funcionalidad, tú lo has dicho, Luis. Me alegro todavía y también me entristezco todavía y, en fin, mi sentimientos al respecto parecen una montaña rusa. Siempre me han afectado mucho los cambios de estación. Un abrazo.

molinos dijo...

Octubre.
Me encanta. Se va ya definitivamente el verano que acaba con mis escasas reservas energéticas y remonto para afrontar el otoño y el invierno que me encanta..

Mi modo madre estaba on cuando leí el post porque cuando lei lo de qu te llamaba a altas horas de la madrugada pensé: algo le ha pasado....

que cruz es el modo de madre.

Jesús Miramón dijo...

Hola, Moli, a mí también me gusta mucho Octubre, y el otoño, y el invierno. Soy un animal polar (del tamaño de un animal polar). El modo padre también es una cruz, cuando me llamó mi hija a esas horas y a través de un teléfono desconocido lo primero que hice fue asustarme, la verdad, de hecho los efectos del gin-tonic desaparecieron en una milésima de segundo.