lunes, 29 de marzo de 2010

Vigesimonoveno día

Regreso del concierto muy cansado, de hecho siempre acabamos agotados, sobre todo la directora, que se deja el alma con nosotros. Ya hemos cantado y lo que era un proyecto ahora es un recuerdo. Continúo pensando que me gusta más ensayar que actuar, aunque semejante idea tenga poco sentido para los músicos de verdad. Mientras conducía de regreso a Binéfar la luna llena brillaba en el cielo rodeada por una leve aureola. Uno de mis compañeros ha comentado que tal fenómeno presagiaba viento para mañana. Luego hemos callado durante unos segundos, disfrutando del silencio.

8 comentarios:

Gemma dijo...

Compartir el silencio es el verdadero disfrute. Ciertos silencios como el que describes se degustan y paladean que es un primor.
Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

Desde luego que sí, Gemma, el silencio compartido es un lujo. Un abrazo.

estrella dijo...

Asomo por acá en una especie de recordatorio particular, de reforzamiento personal, como para decirme que sigo, aunque a veces tengo pocas ganas, sigo. Tiempo de dolor y penas me han hecho desaparecer temporalmente de mis lugares intergalácticos.
Hubiera querido decir muchas cosas porque como siempre, tus palabras y las imágenes que nos regalas son un lugar amable para el pensamiento y los sentidos, pero entro nomás para compartir las últimas.
Es verdad, tu compañero llevaba razón, hoy el viento nos envuelve y desazona.
Y también es verdad lo que Gemma y tú habéis dicho en los comentarios: conseguir que el silencio compartido sea tanto como el mejor y más enriquecedor de los diálogos es una de las mejores cosas que puede suceder cuando se comparte vida.

Que estos días nos ayuden a recomponernos (a algunos, claro) de la ola de dolor en la que, sin darnos casi cuenta, nos hemos zambullido.

Anónimo dijo...

Me gustaría que convirtieras el pavor escénico por el gozo escénico. Yo lo que siento, no lo puedo descibir con palabras, es como cruzar el umbral de una puerta que me va a llevar a un paraiso durante el rato que dura la actuación. Me gustaría que disfrutaras en los conciertos, es el fruto de tu trabajo y tu ´saber . Gracias por todo, amigo.

Jesús Miramón dijo...

Hola, Estrella, siento mucho que estés pasándolo mal. Yo siempre he pensado que hay que cantar, hay que reír y también, cuando es tiempo de dolor y de pena, hay que llorar, hay que llorar del mismo modo: a fondo y con todo nuestro corazón. Un beso.

Jesús Miramón dijo...

Querida directora, ojalá pudiera convertir mi miedo escénico en gozo, como dices, ojalá, qué más quisiera yo, pero soy así, tú sabes que estoy cargado de defectos y manías. Gracias a ti por tener tanta paciencia.

Miranda dijo...

Hola querido maine.
Vengo un segundo y con prisas que mañana salgo de viaje, o de viajes, y me queda un congo por hacer.
Todos los amigos, compañeros de profesión que conozco sienten lo mismo que tu. Les gusta, nos gusta, más ensayar que el hecho del concierto.
Si bien es cierto que son dos cosas tan distintas que no creo que sean comparables, además de estar relacionadas ambas con distintos sentimientos, o percepciones, lo único que tal vez una todo es el hecho musical, pero a veces...ni eso.
Me gusta lo demás que has contado.
Es tan cercano que asusta, lo bien que lo resumes todo, lo bello.

Beso enorme.
m.

Jesús Miramón dijo...

No te entretengo que llevas mucha prisa. Buenos viajes y un besazo, M., hablamos a la vuelta.