viernes, 12 de marzo de 2010

Duodécimo día

Hoy ha muerto uno de los mejores escritores de la historia de la literatura española, un destilador del castellano más transparente y honesto, ajeno a la retórica y la prosopopeya, y por mi parte no puedo más que agradecer sus libros, algunos de los cuales leí cuando era apenas un adolescente pasando a formar parte de lo mejor de mi educación sentimental; pero es que yo a Miguel Delibes lo admiraba también por ser al mismo tiempo un señor normal, un hombre de pueblo en el mejor sentido de la palabra, fiel a su mundo, fiel a su mujer fallecida a los cuarenta y ocho años, fiel a su familia, a su amor al campo, fiel incluso a la editorial donde editó la totalidad de sus libros, un escritor insólitamente indiferente, por hombre bueno, por sabio, al aspecto más vanidoso y superficial que muestra a menudo el escenario literario. Que la tierra le sea leve.

2 comentarios:

Elvira dijo...

Me ha encantado eso del castellano más transparente y honesto. Bello homenaje, Jesús. Tan sincero como el propio Delibes. Me atrevería a decir que a él le habrían gustado muchos de tus escritos, hombre de campo!

Un beso

Jesús Miramón dijo...

Pero qué amable eres, Elvira. Gracias y un beso.