sábado, 24 de enero de 2009

El viento, el viento

El viento, el viento soplando sin cesar. Por la mañana tuve que salir a la terraza porque la cortina exterior se había soltado y, como una vela desarbolada en medio de la tormenta, restallaba violentamente contra el cristal. Pude recogerla y amarrarla al grifo de la manguera de agua. Luego me encargué de la mesa, que había sido volcada y arrastrada hacia la leña, le di la vuelta, las patas hacia arriba, y la acerqué al muro del sur, contra el viento.

El viento, el viento soplando sin cesar. Al mediodía supe que derribó un polideportivo en Barcelona matando a cuatro niños de entre nueve y quince años de edad. Estaban practicando béisbol. Pensé en mi hijo de once años muerto bajo los escombros. Durante unos segundos mi médula espinal se secó como una raíz muerta. Pronto aparecerán en las televisiones los rostros de unos padres destrozados, patéticamente ajenos a las cámaras por la incredulidad, el pánico, sus existencias rotas irremediablemente. Yo no veré esas imágenes, no, no las veré, me niego a verlas.

El viento, el viento ciego soplando sin cesar mientras el suelo gira lentamente bajo mis pies, centímetro a centímetro, minuto a minuto, adentrándose en la noche.

10 comentarios:

Berna Wang dijo...

vaya, qué curioso: hoy también se ha levantado viento aquí, en el rincón del valle de Katmandú donde vivo... Y como estamos en la estación seca, trae polvo y tierra, que se mete en todas partes. Aunque también está descorriendo la capa espesa de niebla con la que nos hemos levantado hoy y que me ha impedido tomar el sol a la hora de comer, como siempre.

Besos nepalíes.

Jesús Miramón dijo...

¡Hola, Berna, me alegra verte por aquí! El tuyo debe de ser el comentario geográficamente más lejano que se ha hecho en este cuaderno. Vaya mudanza la tuya, ¿verdad? De las montañas de Huesca a un valle en Katmandú. Mientras ayer, como escribí, el suelo bajo mis pies giraba hacia la noche, el tuyo se trasladaba hacia el sol. Nunca dejarán de sorprenderme estas cosas.

Aquí el viento ha desaparecido con el mismo misterio con el que llegó, ajeno absolutamente a nuestra presencia y nuestros pensamientos.

Un beso.

Berna Wang dijo...

Es que al final va a ser cierto eso de que la Tierra es redonda, Jesús ;-)

Jesús Miramón dijo...

Glups, me lo tengo merecido (y más que merecido).

:-)

Berna Wang dijo...

Ahora en serio: ¿Nunca te has sentado a ver amanecer tratando de imaginar lo que ocurre realmente, es decir, que es la Tierra la que va girando hacia el este, y no el sol el que se levanta desde el horizonte? Da vértigo... y cuesta mantenerse ahí más de unos segundos: lo que nuestros sentidos nos dicen es que el sol se alza sobre el horizonte.

Lo que me maravilla es que a pesar de esta tendencia innata del ser humano de explicar las cosas desde sí mismo como centro (antropocentrismo, egocentrismo, etnocentrismo), la humanidad y la ciencia hayan avanzado hasta donde estamos en este momento.

Es como un baile al borde de un acantilado. Y a veces tengo la sensación de que cualquier mal paso nos podría precipitar hacia un abismo. Pero de momento ahí seguimos...

Besos bailarines :-)

Jesús Miramón dijo...

Desde luego que sí, de hecho creo que escribo para articular ese tipo de pensamientos y exploraciones.

Besos.

Luis Rivera dijo...

Jesús: una noche soñé que a mi hijo lo atropellaba un tranvía en el pasillo de mi casa, y corrí a su dormitorio para verificar que tal absurdo no se hubiera producido, lleno de angustia.

Jesús Miramón dijo...

Me alegra mucho verte por aquí, Luis, y comprendo perfectamente tu comentario, yo también he sentido esas angustias oníricas y me he levantado para verificar que todo iba bien. Un abrazo.

Portarosa dijo...

Pues yo, ayer, después de comer, me senté con la sana intención de dormir 15 o 20 minutos, y tuve que levantarme, porque me acordé de la imagen de este post y no podía sacarme de la cabeza a P. o a C. sufriendo una desgracia...

(Pero normalmente tu influencia es buena, ¿eh?, no te preocupes. Un abrazo.)

Jesús Miramón dijo...

No era esa mi intención, desde luego. Un abrazo, Portorosa.