miércoles, 30 de enero de 2008

Ojo de pez

La presbicia ha hecho aparición en mi existencia, y con ella unos cristales progresivos que me hacen vivir en un estado permanente de psicodelia. Como las gafas son las mismas que utilizaba antes, aparentemente todo sigue igual, pero la realidad es que deambulo por los sitios como si estuviese drogado, la visión distorsionada. Los ópticos hablan de inevitables aberraciones de las lentes, e insisten en que con el tiempo los ojos y el cerebro acaban acostumbrándose y buscan automáticamente, de modo inconsciente, las zonas precisas del cristal. A mí, después de cuatro días de dolor de cabeza y visión de ojo de pez, me cuesta creerlo.

7 comentarios:

Miranda dijo...

Yo tuve unas de prueba y casi me esparranco por las escaleras, amen de darme contra todo, no porque tropezara, porque me mareaba e iba como beoda tambaleando.
Fué imposible.

Ahora tengo aquí encima de la mesa unas para leer, otras para ver la tele y ninguna para el ordenas, que supongo yo será lo que más me jorobe la visión.

A ver si tienes suerte. Yo creo que se empeñan en incrustarnos esas gafas porque son carísimas. Sin más.
Beso.

Jesús Miramón dijo...

Exacto, Miranda, se nota que sabes de lo que hablo: uno va beodo, mareado y con dolor de cabeza permanente, es muy desalentador. Mañana o el sábado iré a ver qué me dicen (aunque mis lentes -carísimas, es verdad- no eran de prueba y ya están pagadas). De todos modos me gustaría intentarlo un poco más porque en mi trabajo, donde debo mirar constantemente a la mesa, al ordenador, a la persona que ha venido e incluso a los que están esperando, me sería muy incómodo llevar dos o tres gafas distintas... Ay, no se puede hacer uno mayor.

Un beso.

Anónimo dijo...

Jesús, no temas, te acostumbrarás. En serio, y no te va a costar mucho más tiempo. A mí, lo recuerdo, aunque hace ya muchos años desde que me las tuve que poner, lo que más me costaba era conducir, porque, además del vértigo que me producían, no veía nada por los lados. Ahora ya no me apañaría sin ellas. Me ayudan en casi todas las distancias.

Un beso y ánimo, que ya casi lo tienes. :)

Jesús Miramón dijo...

Hola, Amanda, y gracias por tu comentario porque lo necesitaba, necesitaba el ejemplo de alguien que hubiese aprendido a utilizar las lentes progresivas, a pesar del vértigo de los primeros días y la falta de visión lateral que mencionas, fase en la que yo estoy ahora (y llevo fatal). Me has dado mucho ánimo. Un beso y gracias de nuevo.

la luz tenue dijo...

Lo peor es cuando inclinas la cabeza para ver de lejos, o la bajas cuando miras de cerca. Pareces una vaca, moviendo la cabeza lentamente; o parece que estás apuntando siempre (aunque, bien mirado, tampoco es tan malo apuntar a la realidad).
A mí no me costó demasiado acostumbrarme a ellas.
Lo de hacerse mayor también tiene sus ventajas, Jesús, consuélate.
Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Te digo lo mismo que a Amanda, José Manuel, muchas gracias por tus ánimos. Si ella y tú, entre miles y miles de personas, habéis podido adaptaros, por qué yo no, ¿verdad?

Buen día y un abrazo.

Miranda dijo...

Cahuen...a ver si es que no tuve paciencia...

Suerte!

Beso