domingo, 13 de enero de 2008

Bum, bum, bum

Llegan con sus ojos bajo las cejas
y se sientan frente a mí.
Con los labios y la lengua
articulan preguntas cuya respuesta
he de conocer. Sus orejas
me escuchan, asienten moviendo
los músculos del cuello
y después se levantan y se alejan
con sus muslos, sus riñones, sus nucas,
sus brazos, las manos al final de sus brazos,
los dedos, las yemas de los dedos,
sus corazones haciendo
bum, bum, bum.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me imagino la escena a mi manera, y me viene a la memoria tu anterior blog , un hombre de cromañón, un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Es obvio que continúo siendo un hombre de cromañón, ¿verdad? Un abrazo, Tusitala.

Anónimo dijo...

Anoche, cuando te leí, me imagine al narrador como un cromañón y a las otras personas como neardentales hace unos 24.000 años, en su ocaso.
Esta mañana, con la mente más despejada (y tu comentario) creo que te referías a tu trabajo, el poder de la imaginación a veces tiene estas cosas, creo que fue la frase “Llegan con sus ojos bajo las cejas” la que desde un principio me condiciono….
En fin a lo mejor lo que querías contar y lo que yo imagine anoche no sea tan distinto después de todo.
Un abrazo.
Tusitala

Jesús Miramón dijo...

Es verdad que me refería a mi trabajo, son unas líneas que escribí en el reverso de un sobre la otra mañana; y también es verdad que lo que yo quería contar y lo que tú imaginaste no es tan distinto al fin y al cabo.

Luis Rivera dijo...

Al hijo de tus últimos posts, pienso o me haces pensar, que la muerte de un poeta nos estremece más que la de un cantante. Por algo será, aunque este sea un Club abierto de aforo reducido.

Jesús Miramón dijo...

Bueno, a mí me gusta mucho la poesía, y creo que a la mayor parte de mis escasos pero queridos lectores también. En cualquier caso me gustan mucho más los poemas que los poetas, aunque Ángel González siempre me cayó muy bien. M. lo conoció durante unas jordanas literarias que organizaron en el instituto donde ella trabajaba entonces, en Ejea de los Caballeros, y me dijo que le había parecido una persona entrañable y muy cercana, nada engreído sino todo lo contrario. Ya en aquellos años me gustaba mucho su poesía, pero a partir de ese momento todavía me gustó más, claro. Por eso quise rendirle ayer un pequeño homenaje.