jueves, 15 de marzo de 2007

Había un perro

Había un perro de edad indefinida en la puerta del edificio donde trabajo, esperando obedientemente a su dueño. Me he acercado a él y le he dicho “hola”. Ha movido el rabo. Me he puesto en cuclillas y le he acariciado el cuello y el lomo. Era un buen perro y me ha permitido mirar de frente el abismo de sus ojos sin mostrar inquietud. Durante unas milésimas de segundo me ha parecido verme reflejado en ellos. Algo parecido a la paz ha invadido mi corazón. No sabría explicarlo.

5 comentarios:

e-catarsis dijo...

Imagino que ese instante que le ha dedicado le ha sido devuelto por el animal, los animales perciben de una manera especial y son agradecidos y generosos, sería curioso observar que ocurriría si eso que le ha hecho pararase un minuto con el paciente animal, lo que le ha provcado a ponerse a su altura (físca) y acariciarle, lo hiciéramos con alguna persona que estuviera en situación similar...supongo que no sería entendido de la misma manera...no, seguro que no

Saludos

Roma dijo...

Lo más impresionante con un perro es que llega a parecerte una persona. Yo no tengo palabras para expresarlo, ni para contarlo, porque creo que la relación con un perro es personal e intransferible. Hay que vivirla en la propia piel. No hay palabras para relatarlo.

Jesús Miramón dijo...

Hoy en la panadería había una fotografía de tres preciosos cachorros que se regalaban, y por un momento he estado tentado de llamar al teléfono del anuncio. Al final ha podido más la razón: ya tengo demasiadas responsabilidades. Tal vez más adelante, dentro de unos años, cuando pueda dedicar al animal toda la atención que otros me reclaman ahora...

Miranda dijo...

No dan tanto la lata.
Si fueras un soltero independiente, aún. Pero teniendo en cuenta que para ir de vacaciones tienes que alquilar casas y demás, no tienes ningún problema.
Un perrucio de media alzada daría otra vida a la tuya, y sobre todo a la de tus hijos.
En su defecto un gato es más cómodo y cumple con similares objetivos.

Es raro ver una familia en Europa (Inglaterra, Holanda, Francia) que no tenga un animal de compañía. En cambio aquí es al revés, prevalece el criterio asesado y certero de la ergonomía. Los animales recaban atención, hay que sacarlos y sienten y padecen.
Una pena para los hijos...

Beso.
M.

Jesús Miramón dijo...

¿Sabes una cosa, Miranda? Llevas mucha razón, en el fondo lo sé. Creo que cualquier día de estos te haré caso. Beso.